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Art18

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18) El Saber: una Moneda Complementaria de Aprendizaje

 

 

Lo que resulta llamativo es que nuestro sistema de formación escolar y académica parece haberse quedado atascado principalmente en el uso de los dos métodos menos eficaces disponibles para el aprendizaje: las clases y la lectura, procesos mediante los cuales solo se recordará, respectivamente, un 5% y un 10% de lo que se imparte. En el otro extremo del espectro, un contundente índice de retención del 90% caracteriza a lo que uno enseña a otras personas.

 

Extraido de “Of Human Wealth: New currencies for a New Age” (Citerra Press, Primavera 2007) y traducido con el consentimiento de Bernard Lietaer, blietaer@earthlink.net

 

 

 

 

Una de las pocas certezas que albergamos acerca de nuestro futuro es que será necesaria una cantidad ingente de aprendizaje, prácticamente por todos y en todas partes.

 

Además, en las últimas tres décadas se ha desencadenado una avalancha de datos científicos que revelan que el aprendizaje – y lo que es más importante, la retención del aprendizaje – depende menos de la persona o los temas implicados, que del método de entrega del conocimiento.

 

De hecho, el promedio de los índices de retención para niños y adultos son radicalmente distintos en función del proceso que vehicula el aprendizaje. El resultado es la pirámide del aprendizaje que se muestra a continuación. (1)

 

 

 

 

Lo que resulta llamativo es que nuestro sistema de formación académica parece haberse quedado atascado principalmente en el uso de los dos métodos menos eficaces disponibles: las clases y la lectura, procesos mediante los cuales solo se recordará, respectivamente, un 5% y un 10% de lo que se imparte.

 

En el otro extremo del espectro, un contundente índice de retención del 90% caracteriza a lo que uno enseña a otras personas.

 

Pregunta: ¿Cabe imaginar qué cosas serían posibles si lográramos invertir nuestra entrada en la pirámide del aprendizaje diseñando un sistema de incentivos que fomentara la aparición de cadenas de “aprendizaje a través de la enseñanza”?

 

Podría diseñarse un sistema tal que funcionara en paralelo a la formación escolar oficial, como un tipo especial de juego intergeneracional extraacadémico, que no tuviera que enfrentar con sindicatos de profesores o procedimientos escolares ordinarios.

 

Si bien este concepto fue inicialmente diseñado para Brasil (2), no hay motivos para pensar que no pueda aplicarse en otros lugares.

 

 

 

El Saber brasileño

 

Cuando Brasil privatizó el sector de la telefonía móvil, introdujo un impuesto especial sobre las facturas de telefonía móvil del 1% destinado a financiar la enseñanza superior.  

 

En 2004, este Fondo Educacional superó los tres mil millones de dólares estadounidenses.

 

La solución convencional sería copiar el planteamiento del “G.I. Bill”, empleado en Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial, que destinaba directamente fondos públicos a becas de estudio.

 

Sin embargo, con la introducción de una moneda complementaria educativa, sería posible poner en marcha un "multiplicador del aprendizaje", de modo que este dinero proporcionara sustancialmente más aprendizaje a un mayor número de estudiantes.

 

Una organización sin ánimo de lucro o el propio Ministerio de Educación podrían ser el iniciador del proyecto, en adelante denominado el “administrador de Saberes”.

 

Este administrador de Saberes emitiría un nuevo papel moneda especializado, el “Saber” (que en portugués, al igual que en español, significa "conocimiento"), que solo podrían ser canjeados a la hora de pagar una matrícula en alguna de las universidades participantes durante el año académico impreso en el Saber – por ejemplo, el 2010 –.

 

En el caso de que los Saberes no se utilizaran para abonar una matrícula en el citado año, podrían canjearse por otros Saberes de curso legal en el año siguiente — el 2011 — con una sanción del 20%, dada la firme intención de fomentar su utilización respetando la fecha límite.

 

Asumamos que la capacidad extra de matriculación en las universidades participantes es de 10.000 estudiantes por año y que, como promedio, la matrícula asciende a 3.000 unidades de la moneda nacional por trimestre.

 

El administrador de Saberes ofrecería, en ese caso, 30 millones de Saberes por trimestre, marcados para cada año concreto.

 

Estos Saberes se adjudicarían a las escuelas primarias de áreas deprimidas en las que habitualmente no se dispone de financiación para la educación superior.

 

Se entregarían a los estudiantes más jóvenes (de siete años de edad) con la condición de que escogieran a un mentor de un curso posterior (por ejemplo un alumno de diez años de edad) que ayudaría al alumno de menor edad en sus asignaturas más flojas.

 

Los Saberes pasan a manos del estudiante de mayor edad en compensación por las horas dedicadas al tutelaje.

 

El alumno de diez años puede hacer lo mismo con uno de doce, y este último con uno de 15, etc. Hasta la fecha, este proceso ya ha sido puesto a prueba con la moneda complementaria dólares de tiempo (Time Dollars) en el sistema escolar estadounidense, con resultados estupendos.

 

Al final de esta "cadena de aprendizaje", el Saber pasaría a manos de un estudiante de 17 años que podrá utilizar sus Saberes acumulados para pagar la totalidad o parte de la matrícula universitaria.

 

A su vez, la universidad podría intercambiar los Saberes por dinero convencional a través del Fondo Educacional (véase la figura abajo), si bien con un descuento de, por ejemplo, el 50%.

 

Este proceso es posible porque la mayoría de los costos en la universidad son fijos y el costo marginal de un estudiante adicional es muy bajo. En el ejemplo descrito anteriormente, hemos asumido que el Saber circulaba cinco veces antes de alcanzar la universidad.

 

El multiplicador del aprendizaje total correspondiente al presupuesto de educación adjudicado a este proyecto equivaldría a diez (cinco veces por el intercambio entre los estudiantes de distintas edades, multiplicado por dos por el acuerdo entre el Ministerio de Educación y la universidad).

 

De este modo, se benefician de una formación mejor, de una mayor participación en el proceso de aprendizaje y de la oportunidad de ir a la universidad muchos más jóvenes de los que se beneficiarían si el Fondo Educacional se utilizara solo para becas directas.

 

 

 

 

 

Cabe señalar que este proceso alentará cadenas de “aprendizaje mediante enseñanza” entre alumnos de todas las edades.

 

Cuando nos referimos a un multiplicador del aprendizaje de diez, aludimos exclusivamente al efecto financiero: una inversión de mil millones de dólares en el sistema de Saberes produciría un aprendizaje total de un orden de magnitud equivalente a una inversión de 10 mil millones de dólares en el modelo convencional de becas.

 

Además, tomando en consideración el cambio de un índice de retención del aprendizaje del 5-10% (procedimiento educativo normal) al 90% (enseñanza a otros), el efecto se multiplica de nuevo por diez, elevando a más de cien el multiplicador total de “aprendizaje retenido”.

 

En otras palabras, cabría estimar que una inversión de mil millones de dólares en el sistema Saber produciría aproximadamente la misma cantidad de aprendizaje retenido que el equivalente a 120 mil millones invertidos en aprendizaje por becase y metodos de aprendizaje convencionales. (3)

 

A medida que este sistema se desarrolla, podrían introducirse otros modos de obtener Saberes.

 

Por ejemplo, ¿por qué no erradicar el analfabetismo del planeta en una década? ¿Es posible visualizar a una legión de estudiantes de 8 años enseñando con orgullo sus recién aprendidas aptitudes de lectura y escritura a los abuelos de otras personas?

 

Con ello conseguirían, además, desarrollar para sí mismos un nivel de capacidad lectora superior a la de la cualquier generación anterior.

 

¿Por qué no permitir que los jóvenes consigan Saberes ayudando a personas mayores o discapacitadas, incluso de formas que no tengan que ver con la enseñanza: leyendo para ciegos, ayudando en las compras caseras, etc.?

 

Aprender no es solo una tarea intelectual, sino que concierne a la realidad social del mundo de otras personas.

 

Aprender más allá de lo que se imparte en las escuelas podría convertirse en un juego intergeneracional, vasto y generoso…

 

Mediante todo esto se fomentarían las relaciones intergeneracionales y la continuidad del aprendizaje, por no mencionar la ayuda extra que se crearía para la tercera edad sin sobrecargar los presupuestos públicos.

 

Dado que todos los países prevén un mayor porcentaje de personas mayores necesitadas de ayuda, ¿no se tendría sentido combinar las dos esferas en dificultades – la educación y la atención a los mayores – en una solución de sistema integrada?

 

 

 

 

 

(1) . Véase http://www.cofc.edu/bellsandwhistles/research/retentionmodel.html y   http://www.know.org/

 

(2) Véase Bernard Lietaer, “The Saber: An Education Currency for Brazil” (El Saber: la moneda educativa de Brasil), International Journal for Community Currency Research , <http://www.le.ac.uk> (27 de febrero de 2006).

 

(3) Suponiendo que la comparacion se hace con un sistema escolar donde la mitad del aprendizaje es por lecciones y la otra mitad por lectura, tendremos un factor multiplicador de retencion de (5%+10%)/2    = 7.5%; y un multiplicador total de 90%/7.5%   x 5 x 2 = 120

 

 

 

Hay una entrevista con Bernard Lietar, autor de este diseño, sobre su libro "El Futuro del Dinero) - ver Art7 de esta serie.

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